Operativo ICE en Los Ángeles: ¿Restaurar el orden o repetir la historia?

Imagina que, de un día para otro, tu barrio se llena de soldados y helicópteros que sobrevuelan a baja altura, mientras patrullas de agentes encapuchados golpean puertas de madrugada. Eso—literalmente—es lo que está viviendo ahora mismo buena parte de Los Ángeles.

¿Por qué pasa esto?

El presidente Donald Trump, en su segundo mandato, ha lanzado la mayor ofensiva migratoria de las últimas décadas. Ordenó redadas masivas con la agencia de inmigración (ICE) y, para «proteger» a sus agentes, activó 4 000 miembros de la Guardia Nacional y 700 marines—tropas de combate, no policías—que ya patrullan calles, estaciones de metro y salidas de autopista.

Cómo se vive en la calle

  • Sirenas y focos toda la noche. Helicópteros Black Hawk iluminan los tejados mientras los marines cortan manzanas completas.
  • Agentes con la cara tapada. ICE justifica los pasamontañas para evitar el “doxing” (El doxing consiste en recopilar y publicar información personal de alguien o de un grupo, sin su consentimiento, con el objetivo de dañar su trayectoria pública y profesional), pero para la gente significa no saber quién te detiene.
  • Detenciones exprés. Se habla de unas 2 000 personas arrestadas al día y trasladadas fuera del estado antes de que sus familias sepan dónde están.
  • Protestas y gases lacrimógenos. Manifestaciones mayoritariamente pacíficas acaban en choques cuando la policía dispersa concentraciones; hay periodistas heridos y coches incendiados.

El choque político

California ha demandado a la Casa Blanca por “militarización ilegal”; el gobernador Gavin Newsom advierte que el despliegue cuesta 134 millones de dólares y viola la Constitución estatal. Trump, en cambio, tilda a los manifestantes de “insurreccionistas” y su equipo estudia invocar la Ley de Insurrección, la misma norma que permite al presidente usar al Ejército contra la población civil.

Por qué se habla de “atmósfera de terror”

No es solo el número de soldados, sino la incertidumbre: padres que ya no llevan a sus hijos al colegio, negocios que bajan persianas al anochecer y vecindarios que organizan patrullas civiles para avisar cuando el convoy federal entra en la calle. Las comparaciones con la Alemania nazi han surgido porque la gente ve tropas armadas haciendo trabajo policial y agentes sin identificación, algo que en la memoria colectiva recuerda a regímenes autoritarios.

Los Ángeles no está en guerra oficial, pero muchos residentes dicen vivir como si lo estuviera, con la diferencia de que las bombas son órdenes de detención y el enemigo potencial es cualquiera que no pueda demostrar—al instante—su situación migratoria.

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