Cuando la realidad supera, con creces, a la ficción

La reciente alianza entre Corea del Norte y Rusia en el conflicto de Ucrania ha reavivado el interés por la realidad norcoreana. Este artículo busca profundizar en las características del servicio militar en Corea del Norte, una institución que ejemplifica la vida bajo un régimen totalitario que parece extraído de una novela distópica.

Corea del Norte ha mantenido durante décadas una de las políticas de servicio militar más estrictas y prolongadas del mundo. Para muchos, el servicio militar es una etapa de disciplina y compromiso; sin embargo, en Corea del Norte, esta experiencia se convierte en una prolongada etapa de la vida, que afecta profundamente la educación, la vida familiar y las aspiraciones personales. Con una duración de 10 a 13 años para los hombres y alrededor de 7 años para las mujeres, este sistema destaca como uno de los más extremos a nivel global.

Para entender por qué el servicio militar es tan prolongado en Corea del Norte, es fundamental observar su contexto histórico y político. Desde la Guerra de Corea (1950-1953), el país ha mantenido una postura de confrontación y autosuficiencia bajo la ideología Juche, desarrollada por Kim Il-sung. Esta filosofía, que enfatiza la independencia y la autosuficiencia, también promueve un alto nivel de militarización. Para los líderes norcoreanos, un ejército masivo y leal es clave para asegurar la estabilidad del régimen y prevenir posibles amenazas extranjeras, especialmente de Estados Unidos y Corea del Sur.

En Corea del Norte, el servicio militar inicia alrededor de los 17 o 18 años y se extiende durante una década o más para los hombres y alrededor de 7 años para las mujeres. Los reclutas reciben un entrenamiento intenso que incluye no solo habilidades militares, sino también adoctrinamiento ideológico. Este entrenamiento se centra en la lealtad absoluta al régimen y a la figura del líder supremo, actualmente Kim Jong-un.

Los reclutas suelen ser asignados a diferentes roles dentro del ejército, desde labores administrativas y técnicas hasta funciones de vigilancia en la frontera. Las mujeres, aunque en menor número, desempeñan roles esenciales en el ejército, aunque suelen tener más limitaciones en términos de rango y responsabilidades. Para todos los soldados, el servicio se caracteriza por condiciones de vida difíciles, con alojamiento básico y recursos limitados, especialmente en alimentación.

Para la mayoría de los norcoreanos, la educación formal termina al finalizar la secundaria. Dado que el servicio militar es obligatorio y se extiende durante los años de juventud, muy pocos tienen la oportunidad de acceder a la educación superior o a una carrera profesional. Los pocos que logran ingresar a la universidad suelen ser aquellos con conexiones familiares o que han demostrado lealtad excepcional al régimen. Esto limita enormemente el desarrollo personal y profesional de los jóvenes, quienes pasan una gran parte de su vida en la estructura militar.

Al terminar su servicio, la reintegración a la vida civil puede ser difícil debido a la falta de experiencia laboral y educativa aplicable fuera del entorno militar. Para muchos, la única opción es integrarse en trabajos estatales donde el adoctrinamiento y la vigilancia siguen presentes.

Las condiciones de vida para los soldados norcoreanos son duras y básicas. Los barracones suelen estar escasamente amueblados, y la alimentación, especialmente en tiempos de crisis económica, puede ser insuficiente y limitada. Además, la rutina de los reclutas está marcada no solo por el entrenamiento físico, sino también por sesiones regulares de adoctrinamiento político. Estas sesiones refuerzan la ideología Juche y el culto a la figura del líder supremo, consolidando un sentimiento de lealtad y patriotismo forzado.

La vida de los soldados está constantemente vigilada, y cualquier signo de deslealtad o disconformidad puede ser castigado severamente. Este entorno de control y represión psicológica tiene un impacto profundo en los soldados, quienes, debido al largo tiempo de servicio, desarrollan una dependencia a la estructura militar y al sistema político.

La larga duración del servicio militar en Corea del Norte tiene consecuencias significativas en la demografía y la economía del país. Al mantener a una gran cantidad de jóvenes fuera de la población activa, el país enfrenta una limitación en su fuerza laboral. Esto afecta negativamente al desarrollo económico, ya que el ejército absorbe una gran cantidad de recursos humanos y económicos. Los fondos necesarios para mantener un ejército tan grande limitan la inversión en otros sectores esenciales como la salud, la educación y la infraestructura.

Además, el servicio militar prolongado refuerza la dependencia de la sociedad en el Estado, limitando la movilidad social y la autonomía de los ciudadanos. Al no poder acceder a opciones de desarrollo personal o profesional fuera del ejército, los jóvenes norcoreanos se ven forzados a vivir bajo una estructura de obediencia y control.

Corea del Norte no es el único país con un servicio militar obligatorio largo, pero su duración y el contexto lo hacen uno de los casos más extremos. Mientras que otros países como Eritrea e Irán tienen también sistemas prolongados, Corea del Norte destaca por el grado de control y adoctrinamiento al que se somete a sus soldados. En comparación, países con servicio militar obligatorio más corto, como Corea del Sur o Israel, permiten a sus ciudadanos retornar a la vida civil después de un período relativamente breve, facilitando así su integración al mercado laboral y la educación.

La comunidad internacional ve el servicio militar norcoreano como una estrategia de represión interna y militarización extrema, y muchos consideran que se trata de una violación de los derechos humanos al someter a los ciudadanos a un servicio prolongado y restrictivo.

Este sistema prolongado y obligatorio es, en última instancia, un pilar de la estructura política de Corea del Norte, una nación donde el Estado lo controla todo, hasta los años de juventud de sus ciudadanos. ¿Podría un cambio en esta política transformar el rostro de la sociedad norcoreana? ¿Es posible que, en un futuro, los jóvenes de Corea del Norte puedan vivir una juventud más libre y plena? Para una nación donde el poder militar es central, estas preguntas solo el tiempo podrá responderlas.

Ideología Juche

La ideología Juche es la filosofía política que guía al régimen de Corea del Norte y fue desarrollada por Kim Il-sung, el fundador del país, en la década de 1950. La palabra “Juche” se traduce generalmente como “autosuficiencia” o “independencia”, y es la piedra angular de la identidad nacional y política de Corea del Norte. A continuación, desgloso los principios fundamentales de esta ideología:

  • Independencia ante influencias extranjeras: El Juche enfatiza que el país debe ser políticamente independiente y no depender de ninguna nación o ideología externa. En un contexto histórico, esta doctrina surgió en respuesta a la influencia soviética y china en la región, ya que Kim Il-sung quería que Corea del Norte tomara sus propias decisiones sin interferencias.
  • Control centralizado del Estado: Según el Juche, el Estado debe tener control absoluto sobre la vida de los ciudadanos para mantener la unidad y cohesión de la nación.
  • Desarrollo autárquico: Juche postula que Corea del Norte debe desarrollar su economía de manera independiente, sin depender de importaciones ni ayuda externa. En la práctica, esto significa una economía cerrada donde se priorizan los recursos locales.
  • Prioridad a la industria pesada y la agricultura: El régimen ha enfocado sus esfuerzos en la autosuficiencia alimentaria y en la producción de bienes industriales, aunque los resultados han sido mixtos debido a la falta de recursos naturales y tecnología.
  • Militarización de la sociedad: Juche sostiene que la supervivencia del país depende de una fuerte defensa propia, lo cual ha llevado a una extrema militarización de Corea del Norte. La ideología sostiene que cada ciudadano debe estar preparado para defender la nación.
  • “Songun” o “militar primero”: Una extensión de Juche introducida por Kim Jong-il, que pone a las fuerzas armadas en el centro de la política y economía nacional, reforzando el papel del ejército como guardián de la ideología y el régimen.
  • Culto a la personalidad: Juche también implica un culto al líder supremo, quien es visto como el centro de la nación y una figura casi divina. Kim Il-sung, seguido por Kim Jong-il y ahora Kim Jong-un, son considerados los «grandes líderes» y guías espirituales del pueblo norcoreano, quienes encarnan la ideología Juche.
  • Liderazgo absoluto: La ideología refuerza la autoridad indiscutible del líder, quien es considerado el único capaz de guiar al pueblo hacia la autosuficiencia y la prosperidad.
  • Identidad nacional fuerte: Juche promueve la preservación de una cultura propia que no esté contaminada por influencias extranjeras. El régimen fomenta una visión de la historia y cultura nacional que refuerza la idea de que Corea del Norte es única e independiente.
  • Rechazo de ideologías externas: En el ámbito ideológico, Juche ha reemplazado al marxismo-leninismo como la ideología oficial del Estado, estableciendo una filosofía propia que rechaza influencias extranjeras, incluso aquellas del comunismo tradicional.

La ideología Juche es una doctrina de autosuficiencia extrema en todos los aspectos: político, económico, militar y cultural. Más que una simple filosofía de independencia, Juche ha moldeado cada aspecto de la sociedad norcoreana y legitima la concentración del poder en la figura del líder supremo, con el objetivo de mantener una nación unida y, en teoría, autosuficiente. En la práctica, ha llevado a un régimen altamente centralizado, autoritario y militarizado, en el que el Estado controla todos los aspectos de la vida de los ciudadanos.

¿Cuál es la razón por la que los ciudadanos de un país tan represivo no huyen de él?

La pregunta sobre por qué la gente no huye de Corea del Norte es compleja, y las razones son múltiples, involucrando no solo los obstáculos físicos, sino también los psicológicos y sociales:

  • Fronteras extremadamente vigiladas: Corea del Norte ha hecho casi imposible que sus ciudadanos abandonen el país. Las fronteras están fuertemente controladas, con militares y sistemas de seguridad que detectan cualquier intento de escape. Las zonas fronterizas son patrulladas constantemente y los cruces ilegales son castigados con severidad.
  • Castigos a familiares: Si alguien logra escapar, las autoridades suelen castigar a los familiares que quedan, bajo la política de “culpa por asociación”. Esto puede incluir desde prisión hasta el envío a campos de trabajo forzado, lo cual hace que muchas personas eviten siquiera intentar huir, ya que temen las represalias contra sus seres queridos.
  • Propaganda intensa: Desde muy jóvenes, los norcoreanos son adoctrinados para idolatrar al líder y temer a los países extranjeros, especialmente a Corea del Sur y a Estados Unidos. La educación y los medios están controlados para hacer creer a los ciudadanos que Corea del Norte es el mejor lugar posible y que el exterior es peligroso y hostil.
  • Temor de lo desconocido: Para muchos norcoreanos, especialmente aquellos en zonas rurales, el mundo exterior es desconocido. No tienen acceso a internet, medios de comunicación independientes ni redes sociales, por lo que no pueden contrastar la propaganda estatal. El miedo a lo desconocido y a no tener apoyo en el exterior hace que muchos se resignen a su situación.
  • Recursos limitados para escapar: Huir requiere dinero, contactos y un plan bien trazado, cosas que la mayoría de los norcoreanos no tienen. La economía controlada y la pobreza dificultan que una persona pueda reunir los recursos necesarios.
  • Dependencia de redes de traficantes: Aquellos que logran escapar, generalmente a través de China, suelen hacerlo con la ayuda de redes de traficantes. Sin embargo, el riesgo es alto, ya que incluso en China los norcoreanos pueden ser repatriados. Además, el costo de estas redes es muy alto, lo cual es otra barrera para escapar.
  • Barreras culturales y lingüísticas: Los pocos que logran llegar a Corea del Sur o a otro país suelen enfrentar barreras importantes para integrarse. La diferencia en los dialectos, el desconocimiento de cómo funciona una sociedad más abierta y el choque cultural pueden ser abrumadores.
  • Estigmatización y desconfianza: Algunos países, como China, tienen acuerdos con Corea del Norte y repatrían a los desertores, lo cual aumenta el miedo a ser descubierto incluso después de salir del país. En algunos lugares, los desertores pueden enfrentar desconfianza o estigmatización debido a su origen.
  • Esperanza de mejora interna: Algunos ciudadanos confían o esperan que las cosas cambien en el país y que la vida pueda mejorar sin tener que escapar. Esta esperanza, combinada con la falta de opciones, hace que muchas personas prefieran esperar a ver si la situación interna mejora.
  • Resignación y rutina: Tras generaciones viviendo bajo un sistema de control absoluto, muchos norcoreanos aceptan su situación. La vida bajo el régimen se convierte en lo “normal”, y muchos simplemente se adaptan a las dificultades y restricciones.

Escapar de Corea del Norte es extremadamente difícil y arriesgado. Para quienes intentan salir, la amenaza de castigos, la falta de información, los obstáculos económicos y logísticos, y el miedo constante se convierten en grandes barreras. Aun así, algunos norcoreanos logran huir cada año, y sus historias reflejan los sacrificios y riesgos extremos que enfrentan en su búsqueda de libertad.

Todas las características de una distopía literaria

La realidad de Corea del Norte encarna muchos de los elementos más oscuros de una distopía literaria, y supera la ficción en términos de control social, aislamiento y vigilancia. Si lo analizamos, Corea del Norte tiene los ingredientes de las grandes distopías de la literatura:

Control absoluto del Estado: Como en 1984 de George Orwell, el régimen norcoreano mantiene un sistema de vigilancia exhaustivo sobre sus ciudadanos. La gente está bajo constante observación, y hasta los pensamientos críticos son castigados si llegan a expresarse.

Manipulación de la información y la historia: Como en las novelas de Huxley u Orwell, el gobierno manipula la información, altera la historia para ajustarla a su narrativa y adoctrina a los ciudadanos desde temprana edad. Solo se permite una versión de la realidad, y cualquier otra perspectiva es censurada.

Culpa por asociación: La práctica de castigar a las familias de quienes intentan escapar o de quienes cometen “delitos” políticos recuerda la estructura de castigos colectivos que vemos en las distopías, donde la lealtad es impuesta mediante el miedo a las consecuencias para los seres queridos.

Ideología totalitaria y culto al líder: Como en Un Mundo Feliz, el líder es una figura casi divina, y cualquier forma de disidencia es vista como una amenaza al “bien común”. La ideología Juche y el culto a la personalidad consolidan un sistema en el que cada individuo debe mostrar lealtad absoluta.

Aislamiento Total y Propaganda: Al igual que en muchas distopías literarias, Corea del Norte ha logrado un aislamiento extremo, donde los ciudadanos no tienen forma de contrastar la información ni de saber cómo es el mundo exterior.

En efecto, estamos ante una distopía real que deja a cualquiera estupefacto. La gente en Corea del Norte vive en una versión extrema de lo que las novelas nos muestran como advertencia sobre los peligros del totalitarismo y el control absoluto. La realidad, en este caso, supera la ficción en todos los sentidos.

Anexo: Eritrea – El gran desconocido

Sistema de gobierno y aislamiento
Eritrea es un país de partido único dirigido por el Frente Popular por la Democracia y la Justicia (FPDJ), sin elecciones nacionales desde su independencia en 1993. Su nivel de aislamiento es comparable al de Corea del Norte, restringiendo el acceso a medios y controlando el flujo de información externa.

Servicio militar obligatorio
El servicio militar es obligatorio e indefinido para la mayoría de los ciudadanos, algo que define la vida de los jóvenes y ha impulsado una alta tasa de migración.

Restricciones a la libertad de prensa y expresión
Eritrea tiene una de las políticas de control de medios más estrictas del mundo, con todas las noticias e información administradas por el gobierno. La libertad de expresión está sumamente limitada y periodistas independientes suelen ser arrestados.

Economía y autosuficiencia
Debido a sanciones internacionales y a su postura de autosuficiencia, la economía de Eritrea es pequeña y principalmente agraria. Sin embargo, el país es rico en minerales, especialmente oro, lo que le ha permitido tener alguna actividad económica.

Relaciones internacionales
Eritrea mantiene una relación ambivalente con sus vecinos, especialmente Etiopía, con quien estuvo en guerra hasta 2000. La relación mejoró en 2018 tras un acuerdo de paz, pero el país sigue siendo cauteloso en sus interacciones internacionales.

    Compártelo: